Hace unos días el director de este prestigioso medio me sugirió realizar una columna sobre el goleador Leo Castro, y tenía razón, más que merecida, aunque a veces la literatura se queda corta para describir momentos tan brillantes. Como soy un enamorado del valor de las pequeñas cosas, casi siempre me conmueve más el niño saltando en la tribuna, el abuelito aún a sus 80 asistiendo al Hernán, y tantos hinchas matecañas que siempre serán eternos campeones.

Y de un momento a otro me llegó la inspiración para Leo, el golazo de chalaca ayudó y una ducha de agua fría que tomé en el intermedio del partido ante Pasto, una mezcla perfecta para una corta, pero emotiva reflexión Y es que la vida suele brindarnos en la mayoría de casos una nueva oportunidad, sobre todo cuando la misma vida parece no ser justa.

Hoy que me encuentro en una ciudad lúgubre y casi que pérdida, comparo lo que me sucede con la historia de Leo. Sufrió mucho para llegar, le dejó goles y dinero al equipo que le dio la oportunidad y cuando mejor estaba en el Medellín, cuando hacía méritos para llegar a Argentina, México y Europa, una lesión detuvo sus ilusiones.

No pudo volver a ser en el Medellín el mismo goleador, se le escapó el sueño europeo, fue más suplente que titular, pero siempre confió en su talento para ser ídolo con sus goles. Regresó al lugar donde más lo aman, el Grande Matecaña, y volvió a ser un goleador, en tres meses es ídolo de su gente, figura del fútbol colombiano y ha demostrado que no debemos rendirnos, que siempre llegarán nuevas oportunidades para sonreír.

Hoy Leo Castro me motiva, me dice que cuando vuelva a mi ciudad tendré todas las oportunidades del mundo para ser feliz, para escribir, para hacer un buen periodismo y aportarle un granito de arena a la sociedad. Pero no solo a mí, el mensaje del goleador es para todos los que vivimos días tristes, mientras respiremos debemos levantarnos más fuertes para celebrar lindos momentos. Hoy con mis palabras y mi valentía para volver como un goleador de la vida, ayudé con mi mensaje a Camila, Marcela y a algunos amigos. Leo con sus goles y fortaleza me brindó consuelo a mí.

Es la vida, nos da fuerzas para entender las injusticias, siempre de la mano de Dios, todo tiene un propósito, y si creemos, así nos pesen los pasos, podemos celebrar una y otra vez como el bendecido Leo.

Kardo.

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