Una vez más dirán los lectores de este reconocido portal que el escritor está loco, que tiene exceso de amarillos en la cabeza, ese líquido sabroso que viene de Manzanares. A quien se le ocurre describir en un título como una noche linda a semejante derrota, cuando la fiesta estaba planeada para al menos conseguir un empate y definir la serie en Brasil ante Palmeiras.
Estábamos tan ilusionados como cuando íbamos a hacer el amor por primera vez con la novia más amada o con la mujer soñada, como cuando nos aprueban el crédito para adquirir nuestro apartamento o como cuando nos confirman los padres que nos van a llevar a conocer el mar. La ilusión era infinita, nos creímos con la fuerza de David para derrumbar a Goliat, nos veíamos en Río ondeando las banderas matecañas en la playa y hasta jugando con el City.
Se vale soñar, siempre será lindo soñar, pero nos despertaron de cuatro golpes, tan dolorosos, que nos partieron el alma. Pero con las alas rotas, con tanta tristeza, los corazones matecañas no dejaron de latir y los goles brasileños no silenciaron las voces de 23 mil almas que alentaron y alentaron.
Cómo explicar que Juan Sebastián Quintero, a pesar de su error, que significó un gol, se fue entre aplausos, bajo un coro que solo se les hace a los ídolos cuando ganan copas o marcan dos o tres goles. Cómo explicar que el amado Deportivo Pereira se fue goleado en casa en el partido más importante de su historia internacional y los hinchas se quedaron en las graderías para aplaudirlos y reiterarles con un corazón sincero “yo te amo”.
Quién nos explica que después de la goleada, los hinchas aún mantenían las sonrisas dibujadas en sus rostros, la frente en alto, y que la tristeza rápidamente se hizo olvido. Es por eso que fue una noche mágica, tal vez la más linda, bueno, de pronto exagero, porque hasta el momento nada borra la del 7 de diciembre de 2022. Pero ni yo me explico cómo me emociona escribir una columna literaria luego de la goleada de Palmeiras, si no lo hice luego de clasificar en Chile, o de lograr la hazaña en Quito ante Independiente del Valle.
Bueno, los hinchas que después del baile de los brasileños están sonriendo, aman más que ayer a ese Pereira valiente de Alejandro Restrepo, lo entenderán y me lo sabrán explicar. Ojalá la vida nos dé la oportunidad de vivir más noches lindas y maravillosas, porque por encima del fútbol está la vida, y cuando la vida te enseña en medio de sonrisas es más bonita.
Por: kardo
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